Es ampliamente conocido que el mar puede proporcionar agua potable a través de la desalación y energía a través de las olas y las mareas. Sin embargo, también es posible utilizar el agua de mar como materia prima para el almacenamiento de energía renovable a gran escala. Las baterías acuosas basadas en agua salada son un avance tecnológico que está ganando terreno en esta área.
Estas baterías utilizan agua como electrolito en lugar de solventes inflamables, lo que las hace más seguras y sostenibles al reducir el riesgo de incendios y la dependencia de metales como el litio o el cobalto. La transferencia de iones entre el ánodo y el cátodo a través del electrolito acuoso les confiere una capacidad de almacenamiento de energía superior, hasta un 1000 % más eficiente que otras soluciones.
A pesar de sus ventajas, las baterías acuosas han enfrentado desafíos técnicos, como la falta de un ánodo eficaz. El profesor Xiaolei Wang, de la Universidad de Alberta, ha liderado un equipo de investigación que ha desarrollado un ánodo universal para baterías acuosas y de agua de mar, lo que ha impulsado su aplicación en sistemas de energía renovable. Las megabaterías, como las estacionarias BESS, son una alternativa de almacenamiento de energía renovable a gran escala que permite equilibrar la demanda eléctrica y garantizar la estabilidad de la red.
Ejemplos como la planta de almacenamiento de Cunningham en EE. UU., gestionada por ACCIONA Energía, demuestran la eficacia de estas soluciones. Las tecnologías de almacenamiento de energía, como las baterías acuosas, están allanando el camino hacia un sistema de energía 100 % renovable que satisfaga las necesidades energéticas de empresas y particulares en cualquier momento del día y del año.