La reciente solicitud del general retirado y exsenador estadounidense Robert Greenway para trasladar las bases militares estadounidenses de Rota y Morón a Marruecos, en respuesta a la negativa del presidente español Pedro Sánchez de incrementar la inversión en defensa al 5% del PIB, como se acordó en la cumbre de la OTAN la semana pasada, ha puesto de manifiesto las actuales debilidades en las relaciones bilaterales entre ambos países. Esta solicitud ha generado diversas reacciones en círculos diplomáticos, militares y políticos.
Greenway, un figura conocida en círculos de seguridad nacional estadounidenses, publicó su declaración en una red social, retuiteando una publicación previa del expresidente Donald Trump, en la que se criticaba a España por no cumplir con su compromiso presupuestario en defensa. Sin embargo, más allá de la retórica, es importante analizar si Estados Unidos puede prescindir de estas instalaciones militares clave y trasladarlas a Marruecos. Ambas bases, ubicadas en puntos estratégicos del sur de la península ibérica, son fundamentales para la proyección militar estadounidense en Europa, África y Oriente Medio.
La base naval de Rota acoge actualmente cinco destructores equipados con misiles Aegis, que se incrementarán a seis en el próximo año, además de contar con tres muelles principales y una pista de aterrizaje para aeronaves tácticas y de transporte estratégico. La base aérea de Morón opera como plataforma de despliegue para aviones cisterna, cazas y elementos de respuesta rápida del Comando de la Fuerza Aérea de EE. UU. en Europa y África.
Estas instalaciones permiten a Washington mantener una presencia constante y ágil en áreas geopolíticamente sensibles como el Mediterráneo oriental, el Sahel, el norte de África y Oriente Medio, donde han sido esenciales para apoyar despliegues en respuesta a tensiones derivadas de la escalada entre Irán e Israel.
En particular, la base de Rota desempeña un papel crucial en el sistema de defensa de la OTAN y de Estados Unidos, ya que alberga destructores equipados con el sistema de combate Aegis, diseñado para detectar e interceptar misiles balísticos en pleno vuelo mediante el empleo de misiles SM-3. Rota, junto con las bases terrestres de Deveselu (Rumanía) y Rezikowo (Polonia), conforma el entramado técnico y operativo del escudo antimisiles europeo, cuyo centro de mando se encuentra en la base aérea de Ramstein (Alemania).
La pregunta que surge es si Marruecos podría ser una opción viable para reubicar estas capacidades militares. Aunque Rabat ha ofrecido sus instalaciones a Washington en el pasado, la propuesta enfrenta importantes desafíos. La instalación de capacidades tan sensibles en territorio no perteneciente a la OTAN requeriría acuerdos bilaterales complejos, una inversión multimillonaria para replicar las infraestructuras actuales y garantías jurídicas difíciles de establecer en un entorno con estándares institucionales diferentes a los de los países miembros de la OTAN o la UE.
Ante estas consideraciones, las autoridades estadounidenses y españolas han reiterado su compromiso con la continuidad del acuerdo de defensa bilateral. En 2023, se pactó aumentar a seis el número de destructores estadounidenses basados en Rota, habiendo recalado ya cinco y el sexto lo hará en 2026. Además, se estudia la ampliación de las instalaciones con nuevas dársenas y mejoras en los sistemas de atraque, lo que refuerza la apuesta conjunta por mantener la operatividad y modernización de la base.
En última instancia, la controversia sobre el futuro de Rota y Morón destaca la necesidad de reforzar el compromiso político y financiero de todos los miembros de la OTAN. Para España, mantener su papel central en la arquitectura de seguridad transatlántica implica no solo cumplir con los objetivos acordados, sino también defender su condición de socio fiable y estratégicamente indispensable.