A finales de este mes, SpaceX lanzará un satélite de 150 kilos a bordo de la misión Transporter 14, que llevará a cabo una prueba de tecnología de navegación por satélite de última generación diseñada para compensar las deficiencias del Sistema de Posicionamiento Global (GPS) estadounidense. El satélite es el primero de una constelación llamada Pulsar, desarrollada por la empresa californiana Xona Space Systems, que tiene previsto tener una constelación de 258 satélites en órbita terrestre baja.
A diferencia de los satélites GPS, que orbitan a 20.200 km sobre la Tierra, los satélites Pulsar orbitarán a unos 20.000 km más cerca de la superficie terrestre, emitiendo una señal mucho más potente y precisa, y más difícil de interferir. «Sólo por esta distancia más corta, emitiremos señales que serán aproximadamente cien veces más fuertes que la señal GPS», afirma Tyler Reid, director de tecnología y cofundador de Xona. «Eso significa que el alcance de los inhibidores será mucho menor frente a nuestro sistema, pero también podremos llegar a lugares más profundos en interiores, penetrando a través de varias paredes».
El sistema GPS, lanzado en 1993, se ha convertido en una tecnología fundamental en la que se basa el mundo. Sin embargo, su señal es fácilmente suprimida o interrumpida por todo tipo de medios, lo que ha llevado a expertos a buscar soluciones alternativas. La guerra de drones en Ucrania ha destacado la vulnerabilidad del GPS, lo que ha hecho que la búsqueda de un sustituto fiable se convierta en una cuestión de importancia estratégica. Xona no es la única empresa que busca proporcionar un respaldo al GPS.
Otras empresas como Anello Photonics y Advanced Navigation están desarrollando soluciones terrestres, como dispositivos de navegación inercial, que se basan en giroscopios y acelerómetros para deducir la posición de un vehículo a partir de sus propios movimientos. Sin embargo, la capacidad de llegar a cualquier lugar en cualquier momento es lo que hace que el espacio siga siendo atractivo.
Xona espera asegurarse un puesto en el mercado diseñando su señal de forma que sea compatible con la del GPS, lo que permitirá a los fabricantes de receptores GPS integrar fácilmente la nueva constelación en la tecnología existente.
Aunque habrá que esperar al menos hasta 2030 para que toda la constelación esté en funcionamiento, Reid afirma que el sistema de Xona supondrá un valioso complemento a la infraestructura GPS existente en cuanto 16 de sus satélites estén en órbita.