Cada año, la producción mundial de cemento genera más de dos mil quinientos millones de toneladas de CO₂, lo que hace que el hormigón sea un desafío importante en la transición hacia una economía baja en carbono. Sin embargo, una innovadora tecnología desarrollada por la Universidad Northwestern podría cambiar este panorama. Se ha desarrollado un material de construcción negativo en carbono que no solo evita emisiones, sino que también captura CO₂ de la atmósfera mientras genera hidrógeno como subproducto.
Este material se basa en una técnica similar al mecanismo de producción de conchas utilizado por los moluscos, mediante la cual se crea una nueva arena como base para un hormigón sostenible. Para producir este material, se introducen electrodos en agua de mar y se aplica una corriente eléctrica de baja intensidad, lo que descompone las moléculas de agua y libera hidrógeno y iones hidróxido.
Posteriormente, se inyecta CO₂ en el agua de mar para modificar su composición química y potenciar la concentración de iones bicarbonato. Estos iones reaccionan con otros presentes en el agua marina, formando minerales sólidos como carbonato cálcico e hidróxido de magnesio, que capturan CO₂ de forma efectiva. Además, este proceso genera hidrógeno verde como subproducto, lo que lo convierte en una fuente de energía renovable con múltiples aplicaciones.
Esta tecnología no solo se basa en recursos renovables prácticamente ilimitados, sino que también podría ofrecer una alternativa a la extracción intensiva de arena, un problema ambiental creciente en muchas partes del mundo. Sus ventajas incluyen la reducción de emisiones, el uso de recursos renovables, la producción de hidrógeno y su versatilidad en múltiples aplicaciones. A pesar de las perspectivas prometedoras, la implementación a gran escala de este material aún enfrenta desafíos como la escalabilidad industrial, la competitividad de costos y la certificación normativa.
Sin embargo, el equipo de Northwestern confía en que, con el impulso adecuado, este tipo de materiales sostenibles podrían integrarse progresivamente en los procesos de construcción habituales. En definitiva, esta innovadora tecnología de la Universidad Northwestern representa un avance significativo en la construcción sostenible al convertir el CO₂ en una materia prima para infraestructuras funcionales, duraderas y amigables con el medio ambiente.